Thursday, March 9, 2017

Escuela, inmigración, lengua


Dallas, Tejas
Los maestros norteamericanos tienen en estos momentos una clara sensación de crisis que va más allá de los planteamientos meramente escolares, ya que afecta a la vida misma de sus estudiantes y sus familias. Entre el 23 y el 26 de febrero de 2017 se celebró en Dallas, Tejas, el congreso anual de NABE, National Association for Bilingual Education. Fue el foro indicado para medir la temperatura de los docentes más implicados en la educación bilingüe. NABE es una asociación que engloba a maestros bilingües de muchas lenguas; pero la mayoritaria como lengua segunda en el sistema de enseñanza es el español.  Ya en la sesión plenaria inaugural se hizo notar que más de cinco millones de escolares del sistema público norteamericano tienen padre o madre (o los dos) indocumentados y en riesgo de deportación. También se hizo notar que, por primera vez en la historia, la mayoría de los estudiantes de las escuelas pertenece a lo que aquí se llama color students, es decir, no son blancos caucásicos (whites en la terminología del censo norteamericano). Los dos grupos más representativos de esos estudiantes “de color” son los hispanos y los afro-americanos, por ese orden. Eso significa también que a finales de la década de 2020 la mayoría de votantes jóvenes no será anglo-europea (white). La crisis migratoria afecta directamente a dos tipos de escolares que hasta ahora estaban relativamente protegidos por dos programas, DACA, Deferred Action for Childhood Arrivals, y la DREAM Act, Development, Relief, and Education for Alien Minors. Aunque se hayan vertido lágrimas de cocodrilo sobre los menores afectados por la deportación, lo cierto es que se siguen deportando menores, como se puede comprobar en este informe de NiLP.

El modelo educativo vigente, que el gobierno actual se propone sustituir, se basa en el plan federal de educación de 2002, No Child Left Behind, que responsabiliza a las escuelas de los resultados de las pruebas estatales y el índice de abandono escolar de acuerdo con un baremo que se basa en cuatro grupos de estudiantes: Whites, Hispanics, African-American y económicamente desfavorecidos. Un complejo sistema de financiación garantiza un relativo equilibrio básico entre los distritos de los barrios ricos y los de las zonas pobres. Las dificultades no se originan principalmente como consecuencia de las diferencias económicas, sino como consecuencia de la calidad de los gestores educativos, en último término elegidos por los ciudadanos. Un cambio en la creciente inmigración mexicana de un nuevo tipo, la de los profesionales e industriales o comerciantes de las capas medias y altas de la sociedad de México, que han ido tratando de sacar a sus familias del peligro de los secuestros y exporsiones ha conducido a una inmigración mexicana del norte, más rica, y otra del sur, más pobre, diferentes incluso en su apariencia física, y creado una nueva fractura dentro de la sociedad, fresitas y pelados. 

El 17 de mayo de 1954, en el juicio de Brown contra el Consejo de Educación de Topeka, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, presidido por Earl Warren, declaró que la segregación racial en las escuelas violaba la Cláusula sobre Protección Igualitaria de la Decimocuarta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. Se basó para ello en que la separación por escuelas de estudiantes blancos y negros negaba la igualdad de oportunidades en educación. Conseguida la igualdad de acceso a las escuelas, sin distinción de raza, el paso siguiente, esencial para el movimiento chicano, fue la lucha por la enseñanza bilingüe y bicultural. Lo realmente importante de ese binomio adjetivo es el segundo, bicultural. Dentro de lo políticamente correcto nadie se debe sentir discriminado por razón de su origen. La situación escolar incide en la del español de los EEUU. Las grandes asociaciones, como NABE, son conscientes de la situación y apoyan decididamente los programas llamados de Dual Language. Se caracterizan porque cada curso cuenta con dos maestros y dos aulas. En los Estados Unidos es general que los estudiantes se muevan y los maestros tengan su aula. Cada uno de los dos maestros enseña una serie de materias en una lengua y, a medio semestre, se alternan en el uso de la lengua y las materias impartidas. Los resultados son impresionantes: los escolares hispanos de este sistema registran, en distritos de clase media baja y baja, hasta un 82% de éxito en los exámenes estatales de Matemáticas y Ciencias, frente a un 53% de los que siguen el sistema normal y algo más en los sistemas bilingües tradicionales.

Sesenta años después del caso Brown, un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles, con el sugestivo título de “Brown at 60” apunta a la pervivencia de la segregación en las escuelas de Tejas, de una forma más sutil. En los barrios de mayor concentración de latinos, sureste, sur y oeste de San Antonio, más de la mitad de todos los latinos asisten a escuelas en las que al menos el 90% de los alumnos proceden de las minorías desfavorecidas (hispanos, indios y negros). El estudio destaca que los latinos son más segregados que los negros en el sistema escolar y que California es el estado con mayor segregación de latinos. Erica Frankenberg, una de las coautoras, observa que las escuelas en las que se practica la segregación “suelen ser escuelas con gran concentración de pobreza y acumulan diversas desventajas educativas para esos alumnos”.

En 1968 se aprobó la ley de educación bilingüe (Bilingual Education Act). El artículo VII de la ley autorizaba la cesión de financiación federal a los distritos interesados en el desarrollo de la educación bilingüe y también a los investigadores de las distintas cuestiones implicadas. El cambio era notable, aunque la financiación, tras el correspondiente concurso, sólo llegó a un número limitado de distritos. Entre 1880 y 1968, puede decirse, lo esencial era la política lingüística asimiladora, a partir de 1968 se abre una época más cercana al espíritu de la Constitución y se favorece, a veces muy tímidamente, una educación que respete los rasgos de las minorías, especialmente la minoría mayoritaria y ya mayoría en bastantes distritos, la hispana.

Si en las opciones sobre la enseñanza bilingüe parece claramente preferible la opción dual, aunque su implantación tropezará todavía con reticencias en ciertos estados y distritos, la discusión que puede afectar gravemente al español es la de la financiación, desde la normativa federal. Se trata de la contraposición del actual sistema, basado en los impuestos municipales y las ayudas estatales y federales, al sistema de cheque escolar. La oposición es tan clara que en la votación en el Senado para aceptar a la Secretaria de Educación propuesta fue necesario el voto de desempate del vicepresidente de los EEUU, lo cual es excepcional. La presión en contra realizada por las asociaciones escolares y profesionales fue muy intensa. El cheque escolar, tal como se plantea en los EEUU, supone que cada escolar recibiría un vale (un voucher en inglés), que le permitiría elegir a qué escuela quiera ir. En teoría supone un avance de la igualdad, en la práctica es todo lo contrario. Las escuelas mejores tienen una serie de actividades y de exigencias que no serían asumibles por todos los escolares con el vale correspondiente, lo que abriría una brecha en el interior de cada escuela. La necesidad de financiación de los vales obligaría a la supresión de programas destinados a los hablantes de lenguas distintas del inglés y afectaría gravemente a los estudios de español y de otras materias en español en la escuela. La pretendida igualdad conduce a una desigualdad efectiva.
Para enfrentar correctamente la situación del español en los Estados Unidos hay que tener claros tres conceptos de partida: El primero se refiere a su condición de lengua de los EEUU, lengua que tiene un lugar preciso en la historia de la nación. Para comprenderlo no basta con la estructura demográfica de la población, también hay que contar con su estructura funcional, con las repercusiones que tiene cada grupo de hablantes y, además, con el problema de relacionarse con la población a través de textos traducidos a un lenguaje llano, que comunique efectivamente. El segundo concepto es cómo elegir un modelo educativo que incluya el bilingüismo y, especialmente, que tenga en cuenta las ventajas de la enseñanza dual, todo ello dentro del marco complejo, pero armónico, de las disposiciones educativas. El tercer concepto es que la financiación escolar afecta a las posibilidades de desarrollar modelos educativos adaptados a los diversos tipos de escolares, se trata de distribuir las ayudas de manera que favorezcan a quienes las necesitan. Equidad no debe entenderse como dar a todos lo mismo, sino como financiar la educación de manera que el resultado sea el acceso a ella de todos los escolares por igual.