Friday, June 16, 2017

Hispania y Africa romana: lenguas y relaciones en los pre-orígenes del español

Africa romana
Entre los siglos VI y X se produjo un gran cambio lingüístico en el Mediterráneo occidental. La bibliografía tradicional obviaba o marginaba aspectos esenciales que la investigación de los últimos veinte años ha reforzado. Entre ellos hay que destacar la situación del latín en África e Hispania, que incluye el latín de los invasores germánicos y sus contactos en ambas regiones. Dos pueblos germanos, vándalos y visigodos, mantuvieron una relación más constante y profunda de lo que tradicionalmente se pensaba y que el estudio de los códices comprueba. También debe precisarse cuál era la situación lingüística de los bereberes y en qué medida el latín formaba parte de su competencia lingüística, para determinar qué lengua hablaban los invasores de Hispania el 711. Si a ello se añade la vasquización tardía de Vasconia y Navarra, a partir del siglo VI JC, se observará que al norte de Alandalús se produjo un contacto de afrorrománico, iberorrománico (también romance andalusí) y vascorrománico, además de otras situaciones de bilingüismo, cuya valoración obliga a redefinir los orígenes del español. Una pregunta preliminar se referiría, naturalmente, a lo más simple. Tras al menos nueve siglos de hablar latín y bereber en África, se esperaría una cantidad grande de préstamos latinos en bereber. Aparentemente, no ocurre así. Hugo Schuhardt, en 1918, ofreció respuestas a partir de un razonamiento que ha resultado útil después: los préstamos latinos se integraron en la Morfología bereber, lo que desencadenó un conjunto amplio de fenómenos de fusión, que hizo difícil su reconocimiento. Schuhardt desarrolló también el concepto de Vermischung o ‘contaminación’, para referirse a las interferencias posibles entre varios elementos originarios. Otra parte de los préstamos desapareció por sustitución, cuando primero el árabe y luego otras lenguas europeas ocuparon su lugar. Es posible, si bien no fácil, reconstruir esos procesos.
En el norte de África, en época histórica, se hablaron una serie de lenguas afroasiáticas, del grupo camita, que se agrupan en dos bloques, el líbico-bereber y el antiguo egipcio (que luego evolucionó al copto). Entre 825 y 820 a. JC los fenicios fundaron Cartago, en lo que hoy es Túnez, donde llevaron su lengua púnica, una lengua también afro-asiática, pero del grupo semita. Las diferencias estructurales entre las lenguas camíticas y las semíticas son grandes, por lo que es arriesgado suponer que el conocimiento de una lengua camita favorezca el aprendizaje de una semita.
Cartago mengua y Roma crece
La enemistad entre Cartago y Roma, enfrentadas por el control del Mediterráneo occidental, causó las tres guerras púnicas, entre los años 264 a. JC. y 146 a. JC, que terminaron con la destrucción de Cartago. A partir de 122 a. JC, fecha de fundación de la colonia romana Iunonia (o Lunonia) sobre las ruinas de Cartago, se encuentran en Africa, por darle el nombre romano, varias lenguas. Los idiomas que pudieron desarrollar una mayor influencia fueron, además del líbico-bereber y el púnico, establecidos previamente, el latín y, a partir de finales del siglo VII JC, el árabe, con sus correspondientes variantes. Junto a estas lenguas de mayor uso en la región, hay que tener en cuenta el griego, desde fecha antigua y las colonias de carácter comercial, sin que llegara a ser, por lo que se sabe, una lengua de uso general fuera de esos registros, ni siquiera más adelante, a partir del siglo IV JC y la extensión del dominio bizantino por el Mediterráneo.
En el siglo V los vándalos silingos (con algunos restos de aslingos y de alanos, un pueblo indo-iranio, todos ellos indoeuropeos, y un cierto número de hispano-romanos) fundaron un reino en el centro y oriente del Magreb, con capital en Cartago. El germánico de los vándalos, al parecer muy limitado, y el griego tuvieron un influjo, en todo caso, reducido y marginal. El latín fue, además de la lengua llevada por Roma, la lengua usada después por el imperio bizantino en el occidente del Mediterráneo, tanto para las relaciones con la población, como para muchas de sus funciones administrativas, que también incluyen parte de la redacción de la historia de la época. La lengua latina escrita se atestigua en inscripciones hasta el siglo XII JC, su uso como lengua hablada se documenta también en geógrafos árabes hasta por lo menos el siglo X.
Lenguas bereberes
El proceso de latinización de África tiene en cuenta, en su base, la relación entre el latín y el bereber y su posible repercusión en la que luego se desarrolló entre bereber y árabe y la posterior entre las lenguas de los conquistadores musulmanes y las variantes latinas de Hispania, el ibero-románico y, también, el vasco-románico. Los contactos entre hablantes repercuten en las lenguas mediante los procesos de bilingüismo y conmutación de códigos, que están hoy bien estudiados. Estos procesos afectan a la gramática y al léxico.
Precisamente es el bereber el que enmarca al latín en África, lo que justifica la necesidad de estudiar la relación entre las dos lenguas, para poder situar dentro de ella la evolución del afrorrománico, totalmente situado en el ambiente lingüístico del bilingüismo con el bereber, y, como una consecuencia posterior, el iberorrománico, cuya relación con el bereber, el afrorrománico y el árabe andalusí tuvo que ser especialmente estrecha en casos como el del romance andalusí; pero no tuvo que limitarse a éste. Todo lo que se conozca de las hablas afrorrománicas y su posible uso en la Península Ibérica tendrá importancia para comprender mejor los orígenes del español.
La Bureba, Burgos
El castellano se formó precisamente en la zona en la que los hispano-romanos se encontraron con los vascos, vascohablantes o euskaldunes y vasco-románicos, y los bereberes, tanto berberófonos como afrorrománicos. Por ello es necesario tener en cuenta que la euskaldunización o vasconización de la zona norte del Ebro se produjo como consecuencia de las migraciones de los vascos desde Aquitania, a partir del siglo VI JC y no antes, aunque no se excluye la presencia de algunos vascófonos aislados. También conviene aclarar que, aunque el pueblo de los vascones está atestiguado desde la época romana, nada indica que estos primitivos vascones hablaran euskera, sino que hablarían una lengua celtíbera. Debe evitarse la confusión de vascón con euskaldún o hablante de vascuence, al menos en la época romana. En la terminología tradicional, por tanto, el vasco no sería una lengua de sustrato, sino adstratística, igual que el árabe, el bereber o las variedades latinas de África que los bereberes aportaran.

Otras reflexiones sobre los mitos acerca del origen del español en estos cuadernos:

Historia verdadera de los orígenes del español: desenfoque y mitos.
El mito del vascuence o euskera como lengua prerromana en Hispania.